viernes, 20 de agosto de 2010

El amanecer de África


Hoy termina la semana más larga desde que llegué aquí. No porque haya tenido más días, sino porque ha sido realmente intensa. Todas las mañanas curso, a comer a la 1.30, de dos a tres a buscar juegos para hacer con los niños, a las 3 bajar al colegio para conectarme y hablar con mi gente, de 4 a 6 juego, de 6 a 7.30 con Edmundo enseñándole alguna cosita, y a partir de las 7.30 por ahí dando una vuelta, para llegar a casa tarde y escribir un ratito. Si a todo esto le sumamos el clima de aquí, que hace entender porqué el ritmo de esta gente es tan pausado, tenemos que hoy a las 6 estaba muerto. Y todavía tenía que ir a instalar una impresora e imprimir unas cositas para dar mañana a los profes. Estaba chorreando de sudor y medio muerto. Así que cuando me ha llegado el mensaje de mi paisana Ana diciendo que se encontraba mal y no podía quedar, casi que lo he agradecido.
Si ayer hablábamos de las pequeñas cosas que aquí tanto se valoran, hoy también lo he experimentado, aunque fuera de otra manera. Que cayera un chorrito de agua en las duchas que hay fuera de la casa, encontrar un zumito en la nevera, y sobre todo, que hubiera luz, han sido unos pequeñitos regalos que en conjunto formaban más de lo que podría pedir. Así que aquí estoy, en una tumbona en la terraza escribiendo unas líneas con la satisfacción de que, aunque ahora mismo esté roto, la semana ha merecido la pena.
Ya os comenté  que el lunes tardaron en venir los niños, pero cada día el número ha ido creciendo, hasta tener unos 40 o 50 alguno de los días. La verdad que sin la ayuda de Edelmiro y Domingo, dos estudiantes que han estado por aquí echándome una mano, esto habría sido más difícil. Pero lo cierto es que los niños han disfrutado mucho, y se han quedado un poco planchados cuando les he dicho que ya no haríamos juegos más días. Pero les he animado a que, ahora que han aprendido cosas nuevas, sigan jugándolas entre ellos. Aunque no sé yo si serán capaces, porque muchos juegos no los entendían muy bien.
La verdad es que estos niños son incombustibles. Quizás cuando llegan a casa caen rendidos, pero aquí no paran de correr y de chillar y de saltar. Y están bastante más hechos al sufrimiento que los nuestros.
Ayer a mitad de tarde una de las niñas se hizo un corte en el pie. Yo sólo veía algo de sangre, pero se apreciaba bien qué tenía, ni cómo se lo había hecho. Llamé al director para ver si tenían botiquín, pero todo lo que encontramos fueron un par de botes de agua oxigenada. Así que me cargué a la niña a la espalda, y nos fuimos a la farmacia, porque me dijo Edmundo que allí le podían curar. Imaginaos la cara de la gente cuando veían a un blanco con una niña a la espalda cuyo pie estaba sangrando. Je je, muy curioso. El caso es que llegamos a la farmacia y nos dijeron que allí no le podían curar, que la llevásemos a una clínica que había al lado. Los que veis los Simpsons sabréis perfectamente lo que pasó por mi cabeza si os digo que aquello parecía el garito del médico argentino de la serie. Así que cogimos un taxi, y con Jesús, el amigo de Edmundo, nos vinimos al seminario. Saqué el bolsón de farmacia que me preparó Ana, y guante en mano, le limpié un poco, le di yodo y apareció ante mis ojos un corto no profundo, pero sí grande. Así que le puse unos puntos de aproximación, una gasita, y a correr. La niña no se quejó ni un poco, y eso que se retorcía bastante entre el dolor y el escozor, pero ni medio chillo. Le di un zumito, una camiseta y un juguete de esos que vienen con los cereales, y se fue más contenta que “chupín”.
Me quedé un poco preocupado por si realmente necesitaría que se lo cosiesen, pero esta tarde ha venido y ha estado jugando con los demás.
¿Sabéis con qué se cortó? Con alguna de las más de veinte chapas de botellines de cerveza que he recogido esta tarde. O a lo mejor con alguno de los cristales de las mismas. A menudo se hacen celebraciones en el patio del colegio, y aunque se limpia, quedan muchísimos restos que son fatales para unos niños que sólo tienen sandalias.
Pero de verdad que me ha sorprendido verla correr, porque supongo que aunque le doliera, quería aprovechar otra tarde un poco diferente a las normales. Y es que estos niños disfrutan, aunque no entiendan a qué están jugando. De los treinta que hemos jugado hoy al balón quemado, creo que sólo uno ha comprendido bien cómo iba la cosa. Porque los límites del campo de juego no pueden frenar a un niño que quiere divertirse, y por eso ellos corrían, corrían, y corrían, sin importarles salirse del terreno.
No puedo evitar dejaron unas fotos de algunos de ellos, incluso un vídeo de la “carrera de borrachos” (por supuesto que no les he dicho que se llama así) que hemos hecho hoy. Ha sido muy curioso. En principio era una carrera de relevos entre cuatro grupos, por lo que tenía que haber cuatro niños haciéndolo a la vez. Alguno de los viajes he visto a algún niño que me sonaba que ya lo había hecho, y poco a poco, he ido comprobando que cada vez había más, hasta un momento que estaban casi diez. Ya os digo que las normas para estos no existen. Así que hemos hecho un experimento, y han salido los 40 a la vez a hacerlo. El resultado, a continuación.




Como veis, he tenido niños de todas las edades, desde unos tres o cuatro niños, hasta alguno de más de catorce. Y por supuesto que son como todos los niños del mundo, incluso con más genio, porque hoy hasta ha habido varios que se han sacudido. Pero esa alegría e ilusión que derrochan es impresionante, y de verdad que me da muchísima rabia haber venido durante las vacaciones, y no haber podido hacer alguna especie de cursillo con los catequistas para enseñarles juegos de éstos.
Esos niños son el futuro de África, y uno sólo puede desear que esa ilusión no desaparezca, que ese brillo en los ojos no pierda fuerza, que esa alegría les haga pelear por un futuro mejor. Aquí deben saber de la importancia que tienen, porque incluso les han dedicado una calle. y es que todos estos niños se lo merecen.



Dos cositas: Ya están disponibles los comentarios, pero están a modo de pruebas, así que no sé si funcionarán bien. Si los colgáis, y al cabo de un tiempo veis que pone que los he suprimido yo, no os asustéis, es un fallo del programa, pero tampoco los volvais a escribir, ya que yo sí que puedo verlos, y los publicaré cuando pueda, así que paciencia, ¿vale?

La semana que viene es posible que no consiga escribir en el blog. No estaré en el colegio, así que no sé si me podré conectar. Así que en cuanto pueda os escribiré para contaros.

5 comentarios:

  1. Me hubiera encantado verte con la niña en hombros, sintiendo mucho que estuviera herida, no me extraña nada que te miraran.
    Muy divertido el vídeo del juego, con que poco los "niños" son felices y aunque tu voz y tu físico se hayan resentido, seguro que ha merecido la pena.
    También nos encontrarás en el juego, siempre contigo. Besos

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  2. Hola Jorge
    Me ha encantado el vídeo, ese sí eres tú, lleno de risas, de energía, de vida. No sé porqué no podrás estar con los chavales la semana que viene.
    Y lo que me faltaba, eres ingeniero, cocinero, profesor, escritor y!ahora enfermero!
    Seguiré buscándote el defecto
    Un beso muy fuerte ya desde Logroño
    Y José sigue diciendo que a él no le has dicho nada.
    Cortijo

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  3. Pero bueno!!! ahora me quitas el trabajo..jejej. Me alegro mucho de que sirviera para algo el botiquin que te prepare. Y en principio si se no era profundo y se lo desinfectaste bien, y ahora ella tiene un mínino de cuidado (q supongo q será difícil para una niña)no tiene porque tener ningún problema.
    Un besito

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  5. Hola a todos! desde la distancia seguimos trabajando.cuando tenga tiempo y una conexion buena os sigo contando. Besos para todos,para ti tambien jose!

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