martes, 20 de julio de 2010

La casa de los horrores

Bueno, pues ya estoy en mi nueva casita. Ahora, como no tengo internet en casa, os escribiré en diferido, es decir, la mayoría de los días lo haré por la noche, un ratito antes de irme a la cama, y os lo colgaré en el blog al día siguiente por la mañana.
Lo dicho, ya me he movido a mi nueva casa. Antes estaba en el Santuario Claret, y ahora estoy en el seminario Padre Sialo. Ya preguntaré por la historia de este padre. Algo tuvo que hacer para que le dediquen un seminario.
El sitio es idílico. Una casa, también de estilo colonial, en medio de hectáreas de verde con muchísimos tipos de plantas y árboles. Ya os lo enseñaré. Una casita de dos pisos, con una terracita que rodea la casa, en la que yo personalmente echo en falta una hamaquita, pero que promete unas sobremesas más que agradables.
Uno de los inconvenientes, además de lo de internet, que es lo que me ha dado la vida durante esta época de poca actividad, es que no hay agua. Bueno, no la hay en los grifos, sí en un pozo en la misma casa, por lo que retomaré la táctica de tampucho, consistente en meterse a la ducha con un cubo de agua, y lavarse como uno buenamente puede. No os ocultaré que echaba en falta hasta ahora una cosita: la sensación de volcarte un cubo entero de agua al acabar la ducha. En sitios donde se suda tanto como aquí, es una gozada.
Pues ha sido tocar, ducharme y marchar, ni he deshecho la maleta, me he vuelto al colegio, donde me esperaba Edmundo para terminar de preparar la sala para mañana. De camino he ido con Ángel y Jacinto, dos estudiantes que me comentaban la particular visión de la situación política y social del país desde el punto de vista de un joven. Interesante, otro día os lo cuento.
En el colegio, tenía a Edmundo como un niño con zapatos nuevos. Hasta ahora no tenía apenas manera de conectarse a internet, y sin embargo ahora puede hacerlo desde su sala, y a una velocidad buena para el sitio en el que estamos (60 kb/s en descarga directa, aquí es todo un lujo). Y ¿os imagináis que es lo que más le interesa de internet? No, no son páginas tontas donde pasar un rato. Es buscar cursos online para seguir aprendiendo informática. Bueno, también me ha preguntado varias veces por los chats, pero desde luego lo de los cursos es lo que más le interesa. Si es que, Dios da pan a los que no tienen dientes.
Y al volver a casa, sesión de noche. Llego, todo a oscuras. Entro en la casa, todo a oscuras. Doy el interruptor, todo a oscuras. No hace falta que os diga la razón, ¿verdad? Llego a la habitación alumbrando con la pantalla de la cámara de fotos, y me encuentro a José Ramón, el claretiano que me vino a recoger al aeropuerto, y que vive en esta casa. Me alumbra con su linterna para que encuentre la mía, y va encendiendo velas a lo largo de toda la casa. A la que vamos a buscar alguna más, entramos en la despensa, y ¡Oh, Dios, mío! Empiezan a corretear cucarachas de todos los tamaños por todas partes. Yo casi ni pestañeo, y salimos de allí. Me dice José Ramón, Botoko de apellido, que hay un generador, pero que él no sabe encenderlo. Me sale la vena de echao p´adelante, y le digo que por qué no lo intentamos. A la que atravesamos el comedor, intento convencerme a mí mismo de que no he visto un ratón pequeñito entrar corriendo por el agujero que queda detrás de un enchufe que está fuera de su zócalo.
Tras toquitear un poco, enciendo el motor, y me dan ganas de decir “pon un ingeniero en tu vida” (no lo hago porque se me llena la boca sólo de pensarlo). Bueno, pues ya tenemos luz. Estaba viendo que no íbamos ni a cenar, porque sin luz, el microondas como que no. Y aquí empieza lo divertido.
Mientras deshago la maleta, y voy buscando por toda la casa las cosas que necesito, empiezo a pensar que esta casa sería un filón para rodar una peli de miedo. Os pongo en antecedentes. Esto es un seminario donde calculo que habrá unos 25 estudiantes, con tres o cuatro formadores que viven aquí de forma continua. Ahora mismo están de vacaciones, por lo que en la casa sólo estamos Felipe (el director del colegio) Echube, José Ramón (secretario de los claretianos y encargado de resolver todos los asuntos burocráticos, incluidos los míos) Botoko y yo. Este tipo de casas ganan en tenebrosidad según baja el número de habitantes, así que ahora está a nivel casi máximo. Y empezando por la campana que hay en medio del pasillo (sólo de imaginármela sonar en medio de la noche a oscuras y sin nadie tirando de la cuerdecita se me ponen los pelos de punta), y acabando por esos pasillos alicatados, estrechos e interminables, llego a la conclusión de que esta casa haría que a Amenábar se le cayera la baba.
Hecho un valiente, cojo un bote de insecticida que hay en mi habitación, y bajo a la despensa a acabar con las cucarachas. A algunas de ellas, después de enchufarles un buen chorro, sólo les falta atusarse las antenas, como si les acabaran de echar perfume. Bueno, realmente empiezan a correr, pero no caen muertas. Miro el bote, y lo cierto es que todos los insectos que aparecen dibujados en él son bastante pequeñitos. Estas cucarachas medirían fácilmente 4 o 5 centímetros, eran gigantes. Un poco más pequeñas, eso sí, que la araña que las observaba impasible. Esta seguro que llegaba a los 6 cm entre patas. Decido darlo por imposible.
A la que voy a cenar, me encuentro lo último que me faltaba por ver. Un gato. Sí, un gato dentro del salón. Pienso “vaya, ya nos hemos dejado la puerta abierta, y ha entrado por ahí”. Pero no, la puerta está cerrada con llave. No quiero pensar por dónde ha entrado (quizá por donde escapó el ratón). Le abro la puerta, le persigo por el otro lado y sale disparado. En fin, a cenar. Y a la que voy a lavarme las manos, un lavabo llenito de mugre, del que, por supuesto, no sale agua.
Así que después de cenar, me he subido a la habitación a colocar todo en el armario, haciendo caso de los consejos que me daba mi madre, de poner bolsas de plástico en los armarios. En este caso es que hay una tupidísima capa de polvo.
Y aquí estoy, escribiendo en el ordenador, en calzones (no hace falta que me imaginéis haciéndolo, os podéis ahorrar el mal trago. Seguro que después de leer esto todos lo habéis hecho. Y seguro que si alguno faltaba, después de leer esto último también lo ha hecho) y casi sudando, ante lo que promete ser una calurosa noche la sauna en que suele convertir una mosquitera a cualquier cama.
Pero ojo, no quiero que leáis esto y penséis que estoy reprochando nada.

Esta es la realidad que viven muchísimos guineanos cada día. O peor, porque yo incluso disfruto de un generador que alimenta la casa cuando no hay luz. Y no penséis que los insectos son fruto de la dejadez. Esto es pura jungla, y aquí es muy difícil ponerle puertas al campo. Me dice José Ramón que han fumigado mil veces, sellado juntas, puesto pegamento, etc…, pero que no hay manera, que siempre aparecen. Y es que esto, amigos, es lo que vive esta gente día a día. En ocasiones, y yo el primero, podemos tender a pensar que efectivamente son dejados, que vaya desastre, que no cuidan nada. Pero es que aquí es muy difícil plantar cara, cuando vives entre una naturaleza tan salvaje. Así que ni me puedo quejar, ni pienso hacerlo. Al fin y al cabo, dentro de cinco semanas yo volveré a mi casita impoluta, donde no hay problemas de plagas, ni de agua corriente, ni de luz. Pero esta gente seguirá igual. Y tampoco se trata de sentirse culpables por tener lo que tenemos. Se trata de sentirse afortunados.

Pues nada gente, que muy gustosamente, porque es como me siento aquí, me voy a la camita. Bueno, igual hasta me doy el lujo de ponerme un capitulito de Me llamo Earl antes de irme a la cama. Lo dicho, mañana os contaré qué tal ha ido el comienzo del curso. Sed buenos!

3 comentarios:

  1. Papá y yo nos sentimos hoy:asustados y divertidos,preocupados y conformes, recordados:el ingeniero y los armarios, siempre orgullosos.Vive esta nueva situación como tú sabes hacerlo y se cumplirá tu primer propósito, CRECER. Nosotros siempre contigo.Besos

    ResponderEliminar
  2. !Te pensabas que te ibas a librar! A nosotros nos llevas al Welcome y tú con baño en la habitación!
    Te sigo a diario pero veo que no guardo los comentarios o algo me falla
    Un beso muy muy fuerte

    ResponderEliminar
  3. Esta vez que sí se publica se me olvida el nombre ¿Quién puedo ser? Cortijo

    ResponderEliminar