domingo, 11 de julio de 2010

Y tu Padre que ve en lo escondido...


Como os dije ayer, hoy he estado en dos pueblos de cerca de Malabo, Baney y el Km. 15. Me he levantado a las 6.35 (ufff), he desayunado un poco a todo correr, y he cogido un taxi hasta Ela Nguema, donde había quedado con Luis Javier, un salesiano vallisoletano. He estado en la misa de 7, que estaba a reventar, y con un coro Fang (una de las etnias guineanas) que no sólo le ponía color, sino también ritmo, tenían hasta una coreografía con las canciones que le daba un encanto especial.
Después de que el cura bendijese un coche (sí, aquí se bendice de todo), hemos desayunado tranquilos en su casa, con dos salesianos más. Me ha estado contando todas las variedades que ha ido plantando en el terreno del Colegio Español, desde frutas tropicales, hasta el “noni”, el árbol de la salud, que dicen que lo cura todo.
Junto con Mª Jesús, una catequista de unos 20 años, hemos salido hacia Baney. La carretera ya se parecía más a lo que esperaba encontrar en Guinea, una especie de lucha entre los coches y la vegetación, que aquí no solo es exuberante sino también agobiante en ocasiones. Y en Baney, una imagen que concuerda muchísimo más con lo que uno imagina cuando piensa en África. Casas levantadas como cada uno buenamente puede, las que mejor con estructura de hormigón, las que peor con maderas y chapas. Los niños que correteaban en calzoncillos por la calle se mezclaban con perro, gallinas y hasta cabras. Pero aquí de todo se saca provecho. El pueblo se extiende a lo largo de una cuesta interminable, y cuando se ha puesto a diluviar, los niños han salido dando botes de alegría a la calle. Sabían lo que venía. La riada de agua que bajaba por la carretera, medianamente canalizada por las acequias de las aceras, se ha convertido en una especie de aquapark para ellos, donde disfrutaban jugando con la corriente.

Y la chaparrada que ha caído ha tenido alguna consecuencia más. Primero, que el número de personas que han venido a misa  ha sido evidentemente menor. Pero sobre todo, que el cielo estaba tan negro que en la iglesia casi no se veía (ahí sólo hay electricidad de 19 a 23, que es cuando encienden los generadores). Y era tal el ruido de la lluvia, que casi ni se oía nada de la misa. Cuando han leído unas niñas de 16 años (bueno, niñas, posiblemente sean madres), no se entendía nada. Y uno piensa “qué hacemos aquí, si ni se ve, ni se oye”. Pero luego te acuerdas, y dices “Bueno, el Padre, que ve y oye en lo escondido, si se está enterando de esto”.
Después de la misa ha habido un rato de formación para los padres que van a bautizar a sus hijos. Una catequista, ha estado hablando con ellos del sentido que tiene el sacramento, y sobre todo de la confianza en que todo en esta vida tiene sentido, y que el esfuerzo diario lleva a la recompensa. Dando su propio testimonio, de cómo empezó a trabajar de funcionaria, ejerciendo durante los primeros seis meses sin cobrar un franco (se ve que al principio es lo normal), y poco a poco, a base de esforzarse en su trabajo, consiguiendo un lugar con un sueldo digno: 350 euros al mes. Toda una muestra de coraje y de lucha, no buscando la recompensa de forma inmediata, sino confiando en que todo llega. Y a ella, esa confianza le venía de Dios.
Y cuando hemos ido al Km. 15 (el pueblo está en ese km de la carretera que lleva a Baney), el panorama ha sido aún más desolador. Aquí directamente no había hormigón. Todo se levantaba con las maderas que se conseguía del bosque que había al lado. Allí hemos estado muy poquitos: cinco chicas que cantaban en el coro, otras cinco mujeres mayores, tres hombres, y unos 12 niños. Yo me he sentado justo detrás de los niños, y ha sido muy chocante para ellos. Dos concretamente se han pasado cinco minutos mirándome fijamente como diciendo “Este chico tiene mal color”. A la más mayor de ellos incluso le ha entrado la risa al ver que el reverso de mis antebrazos era completamente blanco. Algo fallaba aquí.

En este poblado, los salesianos están levantando varias estructuras. Han creado una guadería, una escuela de primaria, y la iglesia. Pero todo parecido con lo que os podáis imaginar, es pura coincidencia.

Al terminar la misa, he estado un rato largo hablando con la catequista, que me contaba como todo el mundo piensa que las chicas como ella, que con 20 años no tenían hijos, es porque van para monjas. Y es que de las cinco del coro, donde la mayor tendría 17 años, solamente una no era madre. Aquí la maternidad corta casi toda esperanza de estudiar de las chicas. Por eso Mª Jesús prefiere esperar, y que todo llegue a su tiempo.
En fin, una experiencia bonita, que acerca más a lo que es la vida en Guinea, algo que en Malabo parece maquillado. Pero no cualquiera puede permitirse vivir en la ciudad. Seguramente el pequeño mal cuerpo que se le queda a uno desaparezca en cuanto empiece a rodar el balón. En eso, el vivir allí o aquí no se diferencia en mucho. Y tampoco se diferencia en que es igual de injusto.

4 comentarios:

  1. Cariño, me alegro un montón de que poco a poco vayas viviendo mas cositas. Y lo que te queda...
    Espero que hayas llegado a ver el partido, y disfrutado con el-
    Un besito,
    ana

    ResponderEliminar
  2. Jorge, estoy leyendo lo que escribes y todo me parece alucinante. Estamos tan alejados de la realidad que relatas, que resulta complicado hacerte a la idea. ¡Joder, y protestábamos por el hotel de Vallecas! ¡El próximo viaje menos lujos! Tiene que ser muy dura la adaptación al medio para una persona acostumbrada a la tecnología como tú, pero seguro que lo llevas con tu habitual temple. Ahora la roja sobrevuela el cielo de Guinea, seguro que disfrutaste.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. La policía nos dejó libres, éramos de fiar así que hemos vuelto a los recreativos. ¡Vaya experiencia la del domingo !Todo nos emociona, estamos deseando llegar a casa para estar todo el día conectados, estamos con tus amigos,¡Qué bien escribes!, tu madre era de letras. Esperamos que disfrutaras con el partido. Besos

    ResponderEliminar
  4. Así es, poco a poco nos vamos haciendo un huequecito. Mañana os contaré cómo me ha ido esta tarde. Se agradecen muchísimo los comentarios.

    Adolfo, yo aquí no te creas que me siento en un ambiente muy distinto al del Welcome, eh? por ahí por ahí, jeje.

    ResponderEliminar